Reserva de derechos
Las imágenes y fragmentos de textos que se emplean en las entradas de este blog sólo tienen el fin de ilustrar la reseña que se ofrece. Los derechos para su explotación comercial quedan reservados a favor de sus legítimos autores y/o titulares.



Plagios a obras musicales famosas

[Fragmento tomado del artículo ‘El plagio con nuestra música’, por María Argelia Vizcaíno, publicado en www.mariaargeliavizcaíno.com] – José Luis Rodríguez «El Puma», en 1985 sacó un LP nombrándole «El último beso», con una canción que es nada menos que un clásico de nuestra música titulada «La Comparsa» del maestro Ernesto Lecuona, que tanto representó en su vida, que hasta su cortejo fúnebre fue acompañado por la misma, y sin embargo, José Luis con Luis Gómez Escolar, no sólo le cambió el título sino también la letra.
Otra situación muy parecida la creó otro venezolano famoso, Oscar D’León, con un pregón muy popular titulado “Las frutas del Caney” del gran compositor, poeta y escritor de novelas Félix B. Caignet. Al hacerle un nuevo arreglo lo tituló “El frutero”, como se nombra un viejo pregón de Lecuona. El peor ha sido el caso del boricua Chayanne, que ha cometido el error de cambiar el nombre del autor de «Brujería», la canción más famosa del cubano Jorge «Güiro» Borrego, en varias producciones. .
El gran trovador Manuel Corona, autor de la famosa «Longina», compuso en 1900 «Doble inconsciencia» que después fue utilizada en una película mexicana («La bien pagada») cambiándole el título por «Falsaria» para no pagarle derechos al autor. También está el caso de Pello el Afrokán y Pío Leiva, autores de «María Caracoles», pieza de mozambique de la que Eddie Palmieri vendió más de dos millones, difundiéndolo como propio. Otras veces no se sabe quién es el que imita primero, como es el caso de «Mi mesita de noche» del dominicano Víctor Víctor, y «Lamparita de noche» del cubano Marcos Perdomo.
Sobre la rumba-flamenca «Compay gato» que popularizó Peret en los setenta, la mayoría no se enteró que era una guaracha de Ñico Saquito, y cuando el cantante cubano Franco volvió popular nuevamente «Bonito y sabroso», casi nadie sabía que era una canción del bárbaro del ritmo Benny Moré. Lo mismo sucedió cuando Jorge Muñiz cantaba «Que me digan feo» de Enrique Bonne Castillo, una canción que fue muy famosa a principio de la década de 1960 por Pacho Alonso a ritmo de Guapachá, y qué decir de los boleros que volvió a poner de moda Luis Miguel, el público ni se enteró quienes fueron sus creadores ni siquiera que fueron famosos en la década de 1940-50.
Si el público exigiera el nombre de los autores de las canciones que escuchan, además de instruirse, recibirán muchas sorpresas y se evitarían muchos fraudes musicales. (Para más información contactar a la autora del blog en autoresdecuba@gmail.com)